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Lo que puedes hacer hoy para combatir la trata de personas


Caridad* (no es su nombre real) trabajó para la misma familia durante cuatro años, permaneciendo en una habitación sin terminar en la azotea a la que se accedía por una escalera de caracol de hierro durante la lluvia, el frío y el calor. Caridad se levantaba a las 5:30 am, para preparar el desayuno y levantar y vestir a los tres niños. Trabajaba hasta las 8 o 9 de la noche, fregando silenciosamente inodoros y duchas, recogiendo los juguetes de los niños, aspirando, barriendo, trapeando y quitando el polvo. Lavaba todos los platos, preparaba comidas y mantenía la cocina impecable. Al menos una vez a la semana, se quedaba dormida en el sofá de la sala de televisión, cuidando a los niños mientras los padres salían.


Los domingos, Caridad tomaba el primer autobús a su pueblo natal, a dos horas de distancia, para darle el salario a su madre y ayudar con las tareas y los niños. Su padre murió años antes. Los lunes por la mañana, Caridad regresaba en el primer autobús a la ciudad para seguir trabajando.


Caridad ganaba por debajo del salario mínimo sin vacaciones pagadas, licencia por enfermedad o jubilación. A veces comía en la cocina con el jardinero lo que sobraba de las comidas familiares o arroz y frijoles. Cuando su madre se enfermó, le informó a su patrona que estaría fuera por una semana. Pero cuando empeoró, se quedó unos días mas.


Cuando regresó a la casa después de 12 días de ausencia, la patrona le dio treinta minutos para empacar sus cosas y marcharse. “Tienes suerte de que no llamé a la policía,” amenazó: “Tenías 6 rollos de papel higiénico, champú y dos barras de jabón escondidos en tu habitación”.


Caridad se fue sin oportunidad de defenderse y triste por no despedirse de los niños. Unas semanas más tarde, un amigo le encontró otra casa para limpiar a cambio de la mitad de su salario. Así la conocí; el "amigo" la trajo a nuestra casa.



El presidente Biden ha proclamado enero de 2023 como el “Mes Nacional de Prevención de la Trata de Personas”, con la esperanza de poner fin a la trata de personas en los Estados Unidos y en todo el mundo. La ONU define la trata de personas como un crimen global que comercia y explota a las personas con fines de lucro. Los traficantes utilizan la violencia y las promesas fraudulentas para obligar a las personas desesperadas y vulnerables a realizar trabajos, servicios o sexo comercial. Afecta a todas las poblaciones, pero especialmente a las mujeres inmigrantes e indocumentadas. En la última década el reclutamiento de niños para trabajos forzados está aumentando.



¿Qué tiene que ver esto con la historia de Caridad?


La ONU informa cinco tipos de trata de personas: explotación sexual, trabajo forzado, servidumbre doméstica, explotación criminal y matrimonio forzado. La historia de Caridad es un ejemplo de servidumbre doméstica. Pero esto no sucede sólo en México.


Durante mi primer año en los Estados Unidos, trabajé como maestra en una escuela privada. Mis dos hijos calificaron para el almuerzo gratis, y estábamos por debajo del umbral de la pobreza. El sueldo que tan lucrativo en México no era suficiente en Nevada. Tuve la suerte de tener amables compañeros de trabajo y conocidos que me pagaban para cuidar niños y limpiar sus casas los fines de semana y permitirme llevar a mis hijos. Estados Unidos es una sociedad más igualitaria y nunca me trataron como a Caridad, pero era un trabajo agotador y al cabo de un año encontré un trabajo mejor remunerado.


Conocí a Marcela (no es su nombre real) en el estado de Washington. Cuando sus patrones mexicanos se mudaron a los Estados Unidos, le pagaron a un coyote para que la trajera. “Trabajaba todos los días, desde la mañana hasta la noche, y me pagaban $100 semanales. Compartí una habitación con sus dos hijos”, me dijo. Después de un año, Marcela se inscribió en clases gratuitas de inglés en el colegio comunitario y descubrió que estaba siendo explotada. “aprendí inglés, dejé a la familia, encontré un trabajo y una habitación, y…” Sus enormes ojos negros admiran su restaurante mexicano con personas haciendo fila en la nieve para entrar. “Tuve suerte, si me hubieran quitado el pasaporte, como hacen muchos, no hubiera podido salir”.


Los trabajadores indocumentados, domésticos y jornaleros, que viven en las sombras sin poder defenderse por miedo a ser detenidos y deportados, son víctimas de la explotación sexual, laboral y criminal en todos los países del mundo.


Aunque no podamos desmantelar los sistemas de trata de personas como individuos, pero podemos poner nuestro granito de arena. Primero, informándonos y segundo, evaluando honestamente si participamos o nos beneficiamos de este sistema.


Es posible que no sepamos que estamos promoviendo la trata de personas, como en el caso de la servidumbre doméstica. Es fácil estar en contra de la explotación sexual, criminal y laboral, pero es más difícil ver como nuestras acciones contribuyen al sistema. Nos justificamos “ayudando” a alguien dándole trabajo. Es posible que las personas religiosas conservadoras no entiendan el matrimonio forzado como trata de personas. En países como México, donde la servidumbre doméstica se basa en el racismo y el clasicismo, puede ser imposible de reconocer nuestras prácticas como explotación racista. Nos conocemos como buenas personas con buenas intenciones y no nos gusta confrontar nuestros privilegios.


¿Cómo podemos, entonces, contribuir al desmantelamiento de la trata de personas?



1. informándonos. Aprendiendo a detectar los signos y educándonos sobre los recursos para combatirlo.


2. Aceptando que todos omos parciales y prejuiciosos de alguna manera, y evitando que eso guíe nuestras acciones.


3. Desechando los marcos de referencia del patriarcado para ser solidarios con las mujeres, los pobres, los discapacitados.


4. Si contratas a un trabajador doméstico, investiga los salarios y paga por encima del salario mínimo. Llega a un acuerdo mutuo sobre vacaciones, días de enfermedad, cuidado de niños. Si existen en tu estado, elije agencias que proveen contratos justos con trabajadores indocumentados.


5. Reconociendo las tareas del hogar como valiosas. Abandonando las ideas patriarcales que menosprecian la crianza de los hijos y el trabajo doméstico.


6. Escribiendo a los legisladores y votando por medidas que ofrezcan protección a los trabajadores domésticos y las personas indocumentadas en su país de origen y en el mundo.


7. Apoyando con dinero y como voluntario a las organizaciones que promueven los derechos humanos y justicia social.

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